“Soy así y no puedo cambiar”, te dices constantemente a ti mismo/a. No te atreves a hacerlo, a cambiar, y crees que esto es lo que te ha tocado vivir, y por vueltas que le des, no encuentras una solución a tu situación económica, de pareja, con los hijos, etc. Este tipo de pensamientos es un claro indicador de que la persona está en una fase de bloqueo y, en consecuencia, ya se ha resignado a sobrellevar una vida completamente en desacuerdo con su personalidad.

A veces se trata de celos entre hermanos, a veces malas experiencias en el colegio (hoy en día se habla mucho del bullying), quizás discusiones en el seno de la familia… No importan las causas, las consecuencias son siempre la misma: bloqueos en el desarrollo natural de la personalidad que se manifiestan en forma de baja autoestima, timidez, inseguridad o sentimientos de vulnerabilidad.

Cuando esto sucede el individuo crea una coraza a modo de mecanismo de protección y no se muestra ante los demás como realmente como es; crea entonces lo que denominamos un holograma de personalidad. Estas corazas pueden servir a la persona durante unos años para sentirse aceptado socialmente y mejorar falsamente su autoestima. Por ejemplo, hay personas que encarnan el papel de líder, siempre se ponen el listón muy alto y así nadie alberga ninguna duda sobre quien es o sobre su poder, sin embargo interiormente, estas personas lo pasan muy mal porque se sienten profundamente inseguras debido al miedo.

Efectivamente, podemos mostrarnos de muchas maneras a los demás, de hecho raramente somos absolutamente sinceros sobre quien somos en realidad no obstante, cuando estos roles que adoptamos se encuentran demasiado alejados de nuestra identidad verdadera, nos conducen directamente hacia la infelicidad y acaban provocándonos trastornos emocionales (miedo, inseguridad, baja autoestima) y/o físicos (problemas hormonales y reproductores).

Este tipo de bloqueos, no obstante, pueden eliminarse y cuando esto sucede la persona puede entonces mostrarse al mundo auténtica, muy cercana a su personalidad real. Cuando el individuo ha eliminado todos los bloqueos reconecta indefectiblemente consigo mismo/a y entonces se ocupa de su bienestar –lo real– y se despreocupa de la aceptación y el reconocimiento de los demás –la apariencia–. A partir de ese momento, la persona ya no necesita buscar la perfección en cada cosa que hace, no se tortura, por ejemplo, con la constante pregunta de si le ha caído bien a alguien o no. La persona deja de sufrir.

Un aspecto a tener en cuenta en lo tocante a la recuperación de nuestro yo autentico, es que la clave para realizar este proceso de desbloqueo raramente se encuentra en el esfuerzo. Puede que sea un proceso que requiera toda tu atención, tu compromiso sin embargo, sólo podrá completarse cuando la persona lo enfoque desde su parte más humilde y acepte que necesita ayuda; creerse autosuficiente para todo es un error, un problema de ego causado por los propios sentimientos de inseguridad y, ésta última lleva a la persona una y otra vez de vuelta a la casilla de salida, es decir, a su holograma de personalidad… Y todo se torna difícil otra vez

En cambio, cuando la persona está desbloqueada le funcionan mucho mejor cosas. Las relaciones de pareja fluyen ya que entonces busca que su ser querido se sienta bien y encuentre su libertad, y esto, en definitiva acaba revertiendo sobre su propia felicidad. Ocurre lo mismo en las relaciones con los hijos: desaparece el miedo a perderlos, se deja de sobreprotegerlos; el amor no los agobia. Los hijos siempre se sentirán bien cerca de unos padres que se muestran verdaderos y los quieren desde la libertad; lo contrario, siempre hará que se alejen. Y todo lo demás, en definitiva, va encontrando su lugar.

Un buen indicador de que la persona empieza a ser la verdadera en vez de su holograma, es que muy frecuentemente da gracias a la vida por todo aquello de bueno que tiene, y esto no significa que todo sea perfecto en su mundo sino que indica que la persona es capaz de centrarse en lo bueno. Éste es un primer paso (e indicador) para encontrar solución a los problemas… A cualquier problema. Y es igual si se trata de una empresa que no funciona, o porque estamos sin empleo o cualquier otro aspecto disonante en nuestra vida. Cuando la persona, de manera natural mantiene la mirada centrada en la parte buena de su vida, ya es dueña de sus circunstancias, su vida ya no la dirige un holograma sino que es ella misma quien la dirige y entonces, rápidamente,  puede encontrar las claves para que los aspectos de su vida que todavía siguen fuera de su sitio, encuentren su lugar. Ciertamente, una de las frases de más a menudo oigo en la consulta es “Tendrías que estar en mi piel” pero esta frase, lejos de expresar dificultad, lo que mejor describe es esta posición de resignación de la que hablaba al principio.

Cuando la persona está desbloqueada sabe identificar perfectamente, en primer lugar aquellas circunstancias en las que no hay una solución (como en el caso de la muerte de un ser querido) y entonces se permite (porque también es humilde) empezar su proceso de duelo: llora, patalea, momentáneamente se enfada… en cualquier caso, encuentra la manera de expresar su dolor o impotencia. Lo que nunca hace es tragarse esos sentimientos porque sabe que esa actitud derivará indefectiblemente en un nuevo bloqueo. Pero en segundo lugar, ya es perfectamente consciente -esto es algo que todos/as nosotros/as deberíamos haber aprendido esto desde muy pequeños-, que en la mayoría de casos sí que existe una solución.

Y cuando la mente está limpia, cuando somos nosotros/as mismos/as los/as que dirigimos nuestra vida (en vez del holograma) entonces sabemos encontrar la salida más adecuada a nuestra personalidad y al estilo de vida que deseamos vivir, y además sabemos hacerlo desde la alegría y la sencillez.

Griselda Vidiella
Photo: Don't you dare by kchanliz on Flickr under Attribution-ShareAlike License 5

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