Al hablar de Mobbing, nos referimos al término inglés que significa asediar, acosar o acorralar en grupo, no olvidemos que deriva del termino mob, mafioso; a la postre, dañino además de grupal. La enciclopedia Wikipedia define este Acoso Laboral como la “acción de un hostigador u hostigadores conducente a producir miedo, terror, desprecio o desánimo en el trabajador afectado hacia su trabajo. Dicha violencia psicológica se produce de forma sistemática y recurrente durante un tiempo prolongado”. La misma enciclopedia virtual lo define también como “el efecto o enfermedad que produce en el trabajador”. Y lamentablemente, este acoso moral en el trabajo está cada vez más a la orden del día.

Las víctimas del Mobbing pueden tener muy diferente procedencia o perfil: la mujer que después de la maternidad se reincorpora al trabajo, la persona que, a juicio de la compañía, ya no es rentable debido a su edad, la persona que ostenta un cargo intermedio que se solapa con otros durante un proceso de fusión de departamentos o bien de empresas… En cualquier caso, lo que en última instancia se pretende con el Acoso Laboral es perturbar subrepticiamente y acabar anulando al individuo para que renuncie a su puesto de trabajo. Cuando aparece este tipo de comportamiento, la víctima pasa a considerarse automáticamente una molestia o una amenaza para los intereses personales de los agresores que se siempre actúan desde el paradigma de la ambición, el poder, la posición dentro de la organización, la economía, o incluso, la simple necesidad de mantenimiento “aquello establecido”, sin plantearse ninguna otra alternativa ni ir más allá de “lo que siempre ha sido así”…

Las líneas principales de actuación para el fenómeno de mobbing son dos: el vertical y el horizontal. En el primer caso, el vertical, el acoso moral se produce de arriba hacia abajo. Es siempre un movimiento calculado por la dirección (o un cargo particular) para deshacerse del trabajador derrumbándolo (hundiéndolo) como persona. El mobbing horizontal, en cambio, se produce entre iguales, y suele aparecer como ya hemos comentado, cuando se produce alguna fusiones y alguien siente peligrar su puesto de trabajo.

Lo más problemático a la hora de abordar el mobbing es que, realmente, existen mil maneras distintas para ir anulando a una persona en su puesto así que a veces es difícil detectarlo hasta que ya es demasiado tarde. Muchas veces, por ejemplo, las empresas fomentan la competencia –desmedida– entre trabajadores que, para demostrar su validez profesional, se ven obligados a hacer jornadas inacabables cuando su situación personal se lo permite, con lo que paulatinamente se van quedando sin vida propia. Otras veces se arrincona sistemáticamente a un trabajador, menospreciando su aportación, ordenándole tareas inútiles o por debajo de sus capacidades o incluso dejándolo en medio de largos periodos de inactividad.

El trabajador acaba más destrozado si cabe, cuando además, estas órdenes le llegan desde un competidor que la víctima observa que claramente es respaldado desde la dirección de la empresa, tenga el primero valía o no. Durante todo este proceso es más que probable que la persona que es víctima de esta situación de acoso laboral, además sufra trastornos debido a trastornos físicos: intolerancias alimenticias, hernias de hiato y otros problemas digestivos. Así que, lo habitual es que la víctima, acabe con una baja por depresión y, al final, renuncie al empleo.

No obstante, ahí no terminan los problemas derivados del mobbing sino que, al perder su puesto de trabajo, si bien la víctima se ve en una situación desesperada, como ha visto tan mermada su autoestima y su seguridad, tampoco se atreve a enviar currículums o a enfrentarse a una entrevista de trabajo; tiene un miedo cerval permanentemente instalado dentro de él/ella. Así que, en muchos casos, la víctima, acaba por aceptar un empleo muy por debajo de sus posibilidades debido a la baja autoestima… Lo que, en el fondo, tampoco beneficia en nada a esta última y vuelta a empezar, porque el ciclo se retroalimenta.

La mejor manera de ayudar a una víctima de mobbing, es a través una aproximación terapéutica holística para ayudarle, antes de cualquier otra cosa, a recuperar la seguridad y la autoestima. A lo largo de estos últimos años, he tratado varios casos de profesionales que, después de un periodo de tratamiento, han podido volver reforzados a su puesto de trabajo porque, a través de la terapia holística, han encontrado un espacio de transformación que les ha permitido reafirmarse y liberar sus bloqueos energéticos; han logrado saltarse al individuo que les hacía la vida imposible y de este modo, hacer llegar su punto de vista, sus nuevas propuestas o sus necesidades concretas a la alta dirección. Ésta ha sido su manera particular de recuperar la posición y ganarse el respeto de su competidor. Sin embargo, esto no es lo más habitual. Lo que ocurre normalmente con esa persona es que, acaba entendiendo que la vida le ofrece una oportunidad para detenerse y reflexionar, así que muchos/as de ellos/as acaban dedicándose a aquello que siempre habían querido pero que nunca se habían atrevido a emprender. Finalmente, también es frecuente que el profesional que ha pasado por esta situación, si ha podido procesarla adecuadamente, se convierta en asesor de otras empresas, y las ayude a resolver los problemas con qué se encuentran poniendo a su servicio la experiencia acumulada durante años.

Griselda Vidiella
Photo: Sadness by Tree Leaf Clover on Flickr under Attribution License 4

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