Es una magnífica noticia que cada vez haya más escuelas que incorporan a la educación emocional como uno de sus ejes pedagógicos. Este abanico de recursos internos no hace falta que sea extenso o muy especializado sino que puede reducirse a un pequeño núcleo de técnicas y recetas de autoconocimiento y autoconsciencia.
En general, el trabajo emocional con los alumnos consiste en ayudarlos a aprender a “ser conscientes de” y a descargar correctamente las emociones negativas (cansancio, enojo, rabia) sin hacer daño a los demás. Se trabaja la presencia, la consciencia, la respiración… metodologías simples que permiten a los alumnos recuperar su energía y (auto)equilibrar sus chacras. Por ejemplo, actualmente ya hay varias escuelas que han apostado por incorporar al Yoga orientado a los niños en las aulas y a través de ejercicios asanas simples y otras técnicas se consigue que los alumnos estén más concentrados, atentos pero, sobretodo, se ayuda a los alumnos a gestionar sus emociones desde muy pequeños y a conectar verdaderamente con recursos internos que les servirán durante toda su vida.
Probablemente es inevitable que un niño, en algún momento pegue a otro o le insulte, pero siempre se procura que el segundo no devuelva el ataque si bien, este último niño debe poder exteriorizar que se ha sentido (o directamente a sido) herido, bien sea llorando, gritando o verbalizando delante de su compañero sus sentimientos. Estos sentimientos también se pueden liberar con una respiración profunda, consciente y controlada sin que nadie se dé cuenta no obstante, se exteriorice ese sentimiento negativo o no, es importante subrayar que todo aquello que implique tragarse las emociones negativas sin procesarlas adecuadamente, a la postre, significa crear corazas internas de protección que el día de mañana, acabaran provocando bloqueos energéticos y emocionales a ese niño ya convertido en adolescente.
Todos los actores implicados en la educación del niño (padres, maestros, monitores) deberíamos fomentar el pensamiento creativo en los niños desde muy pequeños pero, en vez de eso, demasiado a menudo se dice “no” a los niños porque aquello que tienen entre manos nos parece demasiado difícil para ellos o simplemente para llevarlos por el camino que nos interesa a nosotros –los adultos–. Y precisamente se trata de todo lo contrario, es decir, se trata de enseñar a los niños a crear pensamientos positivos que les ayuden a dar forma a la vida que desean para sí mismos (refiriéndonos a la ley de la Atracción, por ejemplo). Y todas estas simples recetas las puede aprender cualquier niño a partir de los 3 años.
En este sentido es una mala noticia, por ejemplo, que en las escuelas sigan mezclando alumnos calmados con alumnos activos en una misma aula creyendo ilusamente que los primeros equilibrarán a los segundos y viceversa. Esto nunca es así. Los alumnos calmados suelen ser esencialmente creativos, con gran talento y sensibilidad y necesitan una educación muy distinta de los segundos, los activos, que suelen ser eminentemente deportistas y con grandes dotes de liderazgo.
Lo que sucede actualmente es que el grupo de niños activos interactúa con los calmados sin ningún recurso ni guía emocional interiorizados así que rápidamente, el grupo de niños activos se vuelve tiránico mientras que el grupo de los calmados acaban desarrollando estrategias que les llevan a la introversión. Los primeros someten a los segundos. Los primeros crean corazas de falsos líderes y los segundos se sienten cada día más inseguros y carentes de autoestima.
La mejor opción entonces es separarlos en aulas de grupos homogéneos. De esta manera se evitan muchos trastornos de déficit de atención (TDA). Existen tests muy simples que pueden ayudar a identificar a niños activos y calmados. Es a partir de los 10 años que los niños son mucho más conscientes de sus aptitudes y, cuando se han podido desarrollar emocionalmente con consciencia, también han logrado desarrollar una fuerte autoestima. Y es a partir de ese momento cuando la interacción entre grupos sí puede resultar saludable y creativa.