La medicina holística, a diferencia de la más ortodoxa, entiende a la persona como una gran unidad formada no sólo por el cuerpo físico sino también por el cuerpo energético, el cuerpo emocional y el cuerpo mental: todos ellos estrecha e íntimamente relacionados.
Nuestro cuerpo energético básicamente obtiene la energía a través de varias fuentes: la alimentación, el aire (que absorben los chakras) y el sol (que absorben los chakras y la piel). Esta energía que absorbemos –y que se distribuye hacia todas las partes del cuerpo a través del conjunto de meridianos y nadis–, nos permite, por un lado realizar las acciones, bien sean física, emocionales o mentales y por otro, es la encargada de que las células puedan reproducirse correctamente. Cuando esa energía llega bien a todo nuestro cuerpo, cuando fluye sin obstáculos, decimos entonces que disfrutamos de plena salud pero, no siempre suele ser así ya que, si ha habido algún impacto emocional negativo (conflicto, disgusto …), cuando éste último no se libera el momento (hablando, gritando, llorando… ), su energía se queda atascada y acaba convirtiéndose en materia que puede llegar a obstruir los meridianos. Cuando esto sucede nos encontramos con un bloqueo energético.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que cualquier bloqueo energético siempre actúa a dos niveles distintos: tiene una repercusión física, claro, pero también otra emocional.
A nivel físico, un bloqueo genera presión sobre los órganos situados a su alrededor, absorbe su energía y dificulta claramente su funcionamiento. Estos órganos se inflaman, se debilitan y, con el tiempo, se originan las enfermedades. Al mismo tiempo que sucede esto –y por el contrario–, las células que forman parte del área bloqueada ganan en tamaño y en fuerza hasta el punto de alterar su ADN, lo que puede generar tumores, miomas y quistes.
Cuando el cuerpo advierte que hay una zona con un claro bloqueo, para evitar enfermedades cancerosas, el cuerpo abre pequeñas fisuras y, a través de ellas, provoca pequeñas fugas de energía para no alimentar las células del bloqueo y así impedir que ganen fuerza. Así que, al haber fugas “estables”, significa que hay partes del cuerpo que siempre reciben menos energía y se vuelven más débiles. En muchos casos, una parte débil es el sistema nervioso. Y un sistema nervioso debilitado hace que la persona viva los impactos emocionales de manera amplificada (ansiedad, angustia …), el doble o el triple de lo que sería normal. Con lo que se agrava la posibilidad de recibir nuevos impactos emocionales, que volveran a crear bloqueos, que generan presión, que se compensará con fugas… Y así sucesivamente. De esta manera, vemos como el cuerpo emocional ha logrado trasladar el problema al cuerpo físico… Y el físico de vuelta al emocional. En conclusión: la mayoría de las dolencias físicas, mentales y emocionales se originan por impactos emocionales negativos no liberados el momento.
Por ejemplo, un bloqueo energético habitual es el que se produce a nivel cerebral –se forma en los los lóbulos parietales–. Y suele estar causado por no expresar verbalmente lo que la persona piensa o siente. A nivel físico, puede producir migrañas y vértigos. A nivel emocional, genera pensamientos circulares u obsesivos, dispersión, pensamientos encadenados que impiden focalizar la atención, trastornos de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) e insomnio.
Los bloqueos de pareja, por citar un último ejemplo, se forman por las frustraciones y desengaños en las relaciones sentimentales. Afectan el hígado y la vesícula biliar y pueden provocar colesterol, piedras en la vesícula, transaminasas y problemas digestivos, además de relaciones difíciles con la pareja actual.
Los bloqueos energéticos de raíz y de familia –producidos por problemas de convivencia dentro de la familia o en entornos como la escuela o el trabajo– desencadenan un holograma de personalidad, es decir, la persona queda fuera de de quien realmente es y se presenta al mundo como su holograma, algo quizás muy parecido pero que a la postre no es la persona, y esto último conlleva problemas de miedos, inseguridad y falta de autoestima. El individuo, al sentirse vulnerable, empieza a crear corazas y se muestra diferente ante los demás como mecanismo de protección: el individuo ha creado un holograma que siempre anticipará a su ser verdadero en su relación con el resto del mundo. Y todo ello puede provocar trastornos físicos y emocionales. Si se eliminan los bloqueos (causas), las enfermedades (efectos) desaparecen y la persona vuelve a mostrarse como realmente es y ya puede vivir en plenitud.