La muerte de un ser querido es, sin lugar a dudas, una de las experiencias más dolorosas que afrontamos a lo largo de nuestra vida… O no. Y todo depende de si la persona es creyente y, sobretodo, de cómo asume este tránsito. Cuando esa persona a la que hemos querido tanto ya ha pasado a otro estadio, lo primordial es que seamos capaces de expresar nuestras emociones y sentimientos al respecto. Quedárselas dentro provoca un bloqueo energético que, con el tiempo, nos acabará pasando factura.
Por otro lado, no debemos olvidar que existen multitud de convenciones sociales que no nos hacen ningún favor mientras estamos inmersos en una experiencia de muerte cercana. ¿Podemos, entonces, ayudar a una persona durante su proceso duelo? En este artículo, puedes encontrar 10 recomendaciones que probablemente te ayudaran con esa persona que está en medio de este proceso.
Recuérdarle que la muerte es un renacimiento. La persona, poco a poco, debe integrar que una muerte en nuestro mundo supone un renacimiento en otro plano de conciencia –el estadio entre vidas–, de la misma manera que cuando nace un bebé en este mundo es porque ha experimentado la muerte de su vida anterior. Cuando el individuo ya integrado su dimensión de espiritualidad e interpreta la muerte de esta manera, esto es, como un tránsito, una oportunidad, un renacimiento, entonces el duelo ya no es una experiencia tan dolorosa. Y también entonces, le es más sencillo acompañar desde el amor –que no desde la pérdida– al ser querido durante su tránsito y así evitar que el alma que está a punto de partir, permanezca anclada a este mundo debido a ataduras afectivas basadas en el sentimiento de carencia, de pérdida.
Ayúdale a evocar sus buenos momentos. En el mundo, existen muchas culturas y muchas maneras de ver la muerte; tradiciones en las que los funerales son sobrios, otras en las que es habitual ver (o incluso contratar) plañideras, otras basadas en el silencio, orientadas a la transmisión de la energía del finado a los hijos, y un largo etcétera. Aunque también existen culturas donde se celebran funerales que son una auténtica celebración en las cual se procura evocar los momentos alegres y las anécdotas divertidas de la persona que ha muerto… Y ésta, casualmente resulta ser una de las mejores estrategias a la hora de afrontar la muerte de alguien a quien queríamos mucho y, por otro lado, de facilitar el paso a la luz para la persona que traspasa.
Crea espacios donde pueda expresar sus sentimientos. Cuando el ser querido ya está en el siguiente estadio de evolución, entonces debemos intentar que la persona que empieza su proceso de duelo exprese sus sentimientos. Es el momento indicado para que hable, para que llore o para que se derrumbe. En cualquier caso, sea cual sea su modo de externalizar sus sentimientos, estaremos facilitando que la energía generada por el impacto emocional fluya. Es muy importante ya que lo peor que podría hacer la persona es reprimir ese impacto, encerrarlo en su interior, porque entonces esa energía atascada o retenida, tarde o temprano acabará convirtiéndose en un bloqueo energético y, más adelante en trastornos emocionales o incluso en una enfermedad.
Procura que sólo lo/la acompañen sus más allegados. La persona que está pasando por un proceso de duelo necesita sobretodo el amor de las personas más queridas y más próximas. Las primeras fases de duelo son delicadas, y no es momento para pensar en “quedar bien”, ni prestar atención a los compromisos sociales. La persona agradecerá sobremanera el estar acompañada de alguien con quien pueda expresar sus sentimientos en libertad.
La evasión, la evitación y la fuga nunca arreglan nada. Es habitual que las amistades intenten que la persona que está pasando por el duelo se evada y olvide por un instante esa experiencia dolorosa. Probablemente lo inviten a salir y a distraerse. Esto es lo que solemos nacer no obstante, será más útil que el preguntarle cómo se siente, como está, incitándolo/la a llorar, a hablar… A recordar al ser querido. Ten siempre muy claro que, a pesar de lo que dicen los convencionalismos sociales, lo que más necesita la persona que está pasando por un proceso de duelo no es olvidar, sino poder expresar sus sentimientos y emociones.
Evita a toda costa palabras y expresiones vacías. Las convenciones sociales han acabado por popularizar frases del estilo de “Te acompaño en el sentimiento”, “Mi más sentido pésame” o “Mis condolencias”. Sea cual sea la fórmula escogida, al haber sido tan utilizada se ha trivializado y ha perdido su valor; y no ayuda en nada a la persona en su duelo. En vez de cualquiera de estas frases tópicas, muy probablemente recibirá mejor un simple “Te quiero” sincero o, a lo sumo, un “Lo siento”.
Emplea, con mesura, la comunicación no verbal. En la mayoría de ocasiones es mucho más efectiva esta forma de comunicación frente a las palabras. Sobretodo en situaciones en las que, como comentaba en el punto anterior, las palabras suelen resultar vacías. Recordemos ante todo que esa persona a la que acompañamos ha perdido a un ser querido, así que seguramente agradecerá más una mirada cómplice y sincera, una caricia o un abrazo que un sinfín de desgastadas palabras.
Los niños y los jóvenes merecen un trato especial. Entiende que los más pequeños de una familia, con seguridad son los que menos oportunidad han tenido de experimentar qué se siente cuando se muere un ser querido y, sobretodo, no tienen experiencias previas que puedan guiarles en cuanto a qué hacer y cómo superarlo. Ten presente que nunca debemos decirles que no lloren ya que, lo peor que se le puede decir a un niño es que se comporte como socialmente se sobreentiende que debería comportarse un hombre.
Gana tiempo al tiempo; anticípate. Durante las primeras horas –incluso días– tras conocer la noticia del fallecimiento, la persona queda profundamente afectada así que, aunque desde fuera pueda no parecerlo, debes tener claro que a esa persona, durante ese periodo, se le hace un mundo cualquier trámite, gestión o tarea del día a día, por pequeño que sea. Solemos decirle a la persona que cuente con nosotros y que nos avise si necesita algo. Incluso le preguntamos directamente si podemos ayudarla en algo… Pero lo más probable es que nos diga que no. Ten claro que, esa no dirá nada, no pedirá ayuda, esta fuera de sí así que ni siquiera es consciente de lo que necesita así que, es mucho mejor si las personas de su entorno más directo, se anticipan y toman las riendas para facilitarle sus quehaceres: comunicar la noticia a los demás, acompañarle durante los trámites del sepelio, las tareas domésticas…
Y los compromisos… Siempre a la cola. De la misma manera que la persona agradecerá el estar tranquila, acompañada de los más queridos durante los primeros días, también agradecerá que los compromisos aplacen las visitas unas semanas y le den el tiempo y espacio necesarios para que pueda rehacer su vida; reencontrar su nueva posición en el mundo.